Ansiedad, desasosiego, angustia, depresión, mente atormentada y torturada: estas son algunas de las consecuencias de permanecer en una RELACIÓN TÓXICA. Si eres como la mayor parte de la gente que todavía vive en una, sabes lo que se siente y sin embargo, te cuesta terminarla. La relación tóxica te atrapa en su telaraña, convirtiéndote en cómplice de tu propia desgracia.
¿Cuáles son los síntomas que te permiten reconocer que estás en ese tipo de relación destructiva? Para muestra un botón:
1) La otra persona te hace sentir «menos». Usa el ataque frontal, el sarcasmo o la ironía con frecuencia para desvalorizarte.
2) Te acusa y achaca la culpa de todo lo malo que les sucede como pareja.
3) No sabes qué esperar de sus reacciones: vives caminando sobre un campo minado temiendo que en cualquier momento estalle la bomba.
4) Te sometes a un alto desgaste emocional en la medida en que quisieras que la relación pudiera salvarse, pero nada parece funcionar.
5) La relación te ha quitado poco o mucho de tu gozo y paz interior.
¿Por qué entonces no te atreves a cortar una relación que te hace sufrir tanto?:
Porque anhelas poder «salvar» a tu ser amado… nadie más puede ayudarlo a cambiar…tu misión es rescatarlo de la mentalidad tóxica en la que vive atrapado. ¡Te has convertido en su Espíritu Santo!
Sabes que esto último no es para nada saludable ni recomendable. Basta de excusas y asume que, si deseas vivir plenamente, continuar mejorando como ser humano y elevándote en el plano espiritual, necesitas terminar con esa relación tóxica. Reconoce las toxinas que emanan de ella y pudren tu alma. No tienes poder alguno para cambiar a esa persona, ni siquiera para ayudarla a cambiar si ella así no lo desea. Basta de jugar a ser dioses.
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