Todos hemos escuchado decir y sabemos que la mayor grandeza del amor, en cualquiera de sus tipos, está en la entrega, el dar sin esperar recibir, en la generosidad, en poner la felicidad del otro por encima de la propia, en inclusive dar la vida por el ser amado. Pero ¿Cuántos están dispuestos a practicar lo que tan bien conocen en teoría?
¿Cuántos de ustedes creen que pueden lograr semejante objetivo, aparentemente tan inalcanzable, basándose en sus propias fuerzas y en su propia capacidad de amar? Muy pocos, si somos honestos, muy pocos. Y es que, si pretendemos amar con un amor humano, limitado y voluble, las posibilidades de persistir en el compromiso de un AMOR ETERNO son mínimas. La única forma de lograrlo es a través de un AMOR SOBRENATURAL operando a través de nosotros, que contribuya a la reducción de nuestro egoísmo.
Entonces, el principal factor que garantiza la perdurabilidad de la pareja es la práctica del AMOR AGAPE que proviene de Dios. El amor AGAPE está basado en ese AMOR SOBRENATURAL, divino. Ágape es el término griego que sirve para describir un tipo de amor incondicional y reflexivo, en el que el amante tiene en cuenta sólo el bien y la felicidad del ser amado. Este tipo de amor es, en mi opinión, el mejor antídoto para el egoísmo humano.
¿Cómo puedes practicar ese grandioso amor sobrenatural si no conoces a su fuente, a su creador, a quien puede transformarte en un ser que ame plenamente, a Su imagen y semejanza?
¿Qué tal si aceptamos que Él nos purifique, nos refine y nos eleve en el camino del conocimiento y la práctica de Su amor sobrenatural? El camino del amor sería más bello y fructífero en nuestras vidas si Él estuviera en el centro, enseñándonos a amar a otros como Él nos ama.
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