Dile adiós a cada uno de tus complejos
Seguramente has oído la historia de Quasimodo, el famoso jorobado de Notre Dame, que habitaba en la torre de la catedral muy acomplejado. El jorobado se moría por compartir con la gente que veía desde el campanario y decidió salir el Día del Bufón, cuando se celebra en Paris la fiesta de Nada es lo que parece y por lo tanto le sería fácil pasar desapercibido.
Así como Cuasimodo, todos tenemos un complejo físico o algún rasgo de nuestra personalidad con lo que constantemente luchamos y hasta odiamos. ¿Cuál es tu complejo?
Si dices que estás muy gorda, que tu nariz es muy grande, que tienes los muy pequeños, que tus piernas son muy flacas, que tus caderas son muy anchas o que eres muy tímida; sea cual sea tu complejo, es el resultado de compararte con otras personas que, según tu opinión, son normales y tú no lo eres.
¿Cuándo comenzaste a odiar tu cuerpo y a medir tu autoestima de acuerdo al tamaño de tu sostén o la talla de tus pantalones? Tal vez fue cuando empezaste a ver las modelos en los anuncios que sus medidas parecen perfectas pero ¡Te apuesto que ellas también tienen sus propios complejos!
Seguramente inventaste tu complejo basándote en comentarios o burlas de algún rasgo que te caracteriza, pero a la vez te convierte en un ser único e irremplazable ¡y tú no logras aceptarlo!
Tu complejo, como Quasimodo, te hace prisionera en una torre desde donde te comparas con los demás y oyes el eco de las críticas que no te sirven para nada.
Cuenta la historia que Quasimodo decidió salir orgulloso y se comportó como si su joroba fuera normal. Fue cuando pudo compartir con la multitud su verdadera belleza ¡y hasta novia consiguió!
Haz como el jorobado de Notre Dame que salió a la fiesta de la vida donde en realidad «nada es lo que parece» ¡todo finalmente es lo que crees y proyectas de ti!
Deja la obsesión por el cuerpo perfecto
- Mírate desnuda en el espejo y oblígate a hallar un punto positivo por cada punto negativo que encuentres. Crea conciencia de tus aspectos positivos.
- Diariamente di: ¡Acepto mi imagen!, ¡Me gusta mi apariencia!. Al principio, es posible que no lo creas pero tu subconsciente no sabe la diferencia entre lo real y lo imaginario, por eso, mientras más lo repitas, más te convencerás.
- No te conviertas en enemiga de tu cuerpo, él es quien te pone en movimiento, te sostiene y te permite vivir. Tu cuerpo es tu vivienda por el resto de la vida ¿No crees que es hora de hacer la paz en tu hogar?
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