Por María Marín
El hijo de una amiga cumplió 6 años, y en un parque de diversiones, donde habían pistas de carros, golf en miniatura, máquinas de video y muchos otros juegos, le hicieron su celebración. El homenajeado sólo prestó atención a los autos de carreras y estuvo detrás del volante todo el día.
Al terminar la fiesta, luego del niño dar más de 599 mil vueltas, mi amiga le dijo que era hora de retirarse y el muchacho lloró fuera de control porque no quería irse, ella trató de calmarlo pero mientras más lo intentaba, más se enfurecía el chiquillo.
Finalmente el pequeño dominó a su mamá porque ella, con tal de no verlo disgustado, le permitió continuar. Luego de la escena, apenada me dijo mi amiga: «Sé que es un engreído y cree que lo merece todo, ¡pero me duele verlo llorar!».
Al igual que muchas madres de hoy en día, ella tiene que trabajar fuera del hogar y no puede dedicarle a su hijo todo el tiempo que quisiera. Esto la hace sentirse culpable y pensar que no está cumpliendo como lo haría una buena mamá. Lógicamente para disminuir su culpa, cada vez que el pequeño tiene un antojo, ella lo complace sin darse cuenta del daño que le ocasiona y para hacerla reflexionar le dije:»Eres muy egoísta«, y sorprendida contestó: «¿Cómo puedes pensar eso de mi?, ¡yo le doy todo a este chiquillo!«, pero le respondí: «Tu comportamiento muestra que en vez de preocuparte de su porvenir, te preocupas por no sentirte culpable. Mejor educa a tus hijos para otros, no para ti, pues aunque sea un indisciplinado tu siempre lo vas a amar, pero otros no lo van a querer«.
¿Cómo entonces criar hijos disciplinados?
Recientemente escuché a un Rabino, en un programa de televisión, que hizo una comparación muy interesante: «Para criar a un hijo debes usar tus dos manos. Con la derecha ofrécele amor incondicional, adóralo sin esperar nada a cambio, ámalo aunque no sea sobresaliente y no tenga ningún talento, sencillamente quiérele porque esta vivo y posee un alma. Y con la mano izquierda establece reglas y parámetros que tiene que seguir, aunque no le guste. El secreto para educar a los hijos es AMOR Y DISCIPLINA«.
Por eso, aconsejé así a mi amiga:, «si quieres educar a tu hijo exitosamente tienes que aprender a ser ambidiestra, es decir, aunque no seas zurda, comienza a usar tu mano izquierda «.