Cuando tenía nueve años mi madre falleció. Ella era mi heroína, su muerte me dejo destrozada. La soledad que experimenté en aquel momento fue tan grande que para llenar el vacío emocional que sentía, comencé a comer fuera de control y así fue como me convertí en una jovencita obesa a quien muchos le hacían burlas. Luego a los 15 años tuve que enfrentar otro gran reto. Descubrí que padecía de diabetes tipo juvenil, y para controlar mi enfermedad tendría que ponerme tres inyecciones de insulina diarias por el resto de mi vida. Esta noticia sumó a mi tristeza y me dejó aun más trastornada. Debido a estos y otros tropiezos que tuve que superar cuando era pequeña, muchos me preguntan: “¿Cómo pudiste reponerte de momentos tan difíciles en tu niñez para llegar a ser una mujer tan positiva, dinámica y exitosa?”.
Quizás tú también te lo cuestionas y quisieras escuchar una respuesta reveladora que te inspirara a encontrar la fuerza que necesitas para seguir tus sueños, o simplemente el impulso para dar un cambio positivo en tu vida. Mi contestación no tiene una fórmula secreta, ¡ni poseo dones maravillosos o curativos!, Considero que si tú hubieras estado en mi lugar, también lo habrías superado porque no importa la dimensión del obstáculo que encuentres, todos nacimos con la capacidad para superarlo.
Los problemas que enfrentamos nos hacen perder las esperanzas, no obstante, el propósito de una adversidad no es derrotarte, sino enseñarte. Cada dificultad que enfrentas, siempre trae un valioso aprendizaje.
Reflexiona en la situación más difícil que has atravesado en tu vida. A lo mejor fue un fracaso amoroso, una traición, un problema financiero o una enfermedad, y dijiste: ¿¡Por qué a mí!? Aquí esta la respuesta: cada tropiezo te enseña una lección que te convierte en un mejor ser humano. Por ejemplo:
Cuando enfrentas una barrera, aprendes a ser perseverante.
Cuando pasas por un sufrimiento, aprendes a tener compasión por otros.
Cuando confrontas una situación deshonesta, aprendes integridad.
Cuando tratas con alguien lento, aprendes a tener paciencia.
Cuando tienes que lidiar con un testarudo, aprendes a ser flexible.
Cuando experimentas miedo, aprendes a ser valiente.
Y Cuando afrontas una situación que parece no tener solución, aprendes a tener fe.
A quienes me preguntan como pude superar mis adversidades, les resumo en una palabra mi respuesta: ¡fe! Y si tuviera que darte la definición de fe sería esta: fe es anticipar y esperar lo bueno. Los retos que encaré cuando niña pudieron haberme robado la fe y convertirme en una persona negativa. Sin embargo, los obstáculos que enfrenté fueron los que me moldearon a ser la persona que soy hoy. Por eso, no importa cuan difícil pueda ser una situación, o que tan desesperante sea, ten fe en que una solución llegará, mas bien, ¡TEN LA CERTEZA! que habrá un final feliz.
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