Recientemente escuché a un Rabino, en un programa de televisión, que hizo una comparación muy interesante: “Para criar a un hijo debes usar tus dos manos. Con la derecha ofrécele amor incondicional, adóralo sin esperar nada a cambio, ámalo aunque no sea sobresaliente y no tenga ningún talento, sencillamente quiérele porque esta vivo y posee un alma. Y con la mano izquierda establece reglas y parámetros que tiene que seguir, aunque no le guste. El secreto para educar a los hijos es AMOR Y DISCIPLINA“.