No pasa un día que no reciba un mensaje de una seguidora contándome cómo le rompieron el corazón con engaños. Y es que tristemente, las mentiras son “el pan nuestro de cada día” en muchas relaciones amorosas.
Lo que muchos desconocen, es que un mentiroso se puede descubrir desde un principio, si en vez de creer todo lo maravilloso que sale por su boca, se le presta atención a lo que revela su cuerpo cuando habla. ¿Dónde pone sus manos? ¿Dónde mira? ¿Cómo cambia su tono de voz? De acuerdo a psicólogos especializados en comunicación, la mitad de los mensajes emitidos o recibidos no son verbales.
Tan pronto sospeches algo raro, implementa las siguientes recomendaciones de expertos en lenguaje corporal:
Espera a tenerlo frente a ti: Si quieres preguntar algo que “huele a mentira”, jamás lo hagas mediante una llamada. Mejor espera a tener a la persona frente a ti, y si no es posible, hazlo mediante una video llamada. El cuerpo dice más que las palabras, pues el mentiroso se preocupa mucho sobre el por qué sobre algo, sin pensar en cómo actuará su cuerpo. Algunos mentirosos se muerden los labios, sudan un poco, no miran a los ojos, parpadean rápido y abren un poco las fosas de la nariz.
Empieza con una conversación normal: Pregúntale qué comió, cómo está su familia, si vio un partido importante o cómo estuvo la tormenta de nieve por su casa. Observa bien, cómo responde su cuerpo cuando está diciendo la verdad. Al preguntarle sobre una mentira, notarás que su movimiento corporal no es igual a cuando dice la verdad o conversa de algo tan normal como el clima. Fíjate hacia dónde mira, dónde pone sus manos y cómo mueve su cuerpo en general. Asegúrate de hacer muchas “preguntas normales” para entender su patrón de movimientos corporales. Un tono de voz diferente y un poco elevado ó pausas largas en la conversación también puede ser un indicativo de mentira.
Acepta que quien te miente una vez, lo seguirá haciendo: Quítate la venda de los ojos y reconoce que los grandes mentirosos nunca cambian, solo mejorarán su estrategia para mantener a su víctima engañada. Y una vez son enfrentados, se enojan y se hacen las víctimas.
Por algo, siempre se ha dicho que en el amor, los gestos valen más que mil palabras.
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