El mejor ejemplo para ellos
Por María Marín
Adoro recibir cartas de lectores. Algunas son felicitándome y otras me hacen reflexionar. Recién recibí una carta de Felipe Lucero, de Arizona en respuesta a la columna «Ten paciencia con tu siembra», mientras leía sus comentarios me repetía: «¿cómo es posible que pasé por alto su punto de vista?». ¡Casi no duermo esa noche!
Esa columna narraba la historia de una amiga quien pensaba que todos los buenos consejos que le daba a su hija «entraban por un oído y salían por el otro», pero cuando la chica se graduó con honores de universidad comprendió que sus sermones y esfuerzos no fueron en vano. Comparé a la niña con una especie de bambú chino que no florece hasta el quinto año después de sembrarlo. Precisamente cuando estás a punto de renunciar a la siembra, este bambú crece repentinamente y alcanza una alturaimpresionante. Le dije a mi amiga que su hija era una «niña bambú».
Felipe apuntó que el impacto de nuestro ejemplo en los hijos aplica no solamente en los aspectos positivos sino que en los negativos. El padre de tres me confesó que suele ser muy impaciente con sus varones y que ciertas de sus actitudes ya se reflejan en ellos. «Cuando mi hijo mayor era bebé, me seguía cuando yo arreglaba cosas en la casa, pero yo no quería que estuviera a mi lado por temor a que fuera a romper algo. Hoy veo que fue un gran error. El niño hace lo mismo con su hermanito, no lo deja que se le acerque, es muy egoísta, tal como yo lo fui con él. Eso hace que me odie a mí mismo», me contó Felipe quien me acordó que si pensamos que las cosas buenas que queremos inculcar germinarán en nuestros hijos, tenemos que tener presente que también las malas lo harán.
Moraleja: si eres rápido para enfurecerte, notarás que tus hijos resuelven los problemas a gritos y portazos. Si eres irresponsable con tus finanzas verás que tus hijos no serán buenos administrando su dinero, y si eres impuntual, ellos serán desconsiderados con los demás.
Mira a tus hijos como una «versión mejorada» de ti. Controla esas cualidades tuyas que no te enorgullecen e incúlcales conductas que lograrán que sea amado y admirado por los demás. Exprésales tu amor sin vergüenza con acciones y palabras, para que estén en contacto con sus sentimientos; demuéstrales honestidad en cada uno de tus tratos, para que sean transparentes; y, sobre todo, trátalos con respeto para que entiendan lo que deben esperar en cada relación que sostengan. Sé ejemplo de lo que deseas ver en tus hijos. Así como lo malo se pega, ¡lo bueno también se pega!