Por María Marín
Cuando tenía ocho años pensaba que la felicidad era visitar Disney World. A los 16 años creía que la felicidad era sacar mi licencia de manejar y graduarme de “High School”. Luego a los 23 años pensé que cuando me casara y tuviera una familia, sería la mujer más dichosa. Más adelante, cuando cumplí 30 años, creía que sería feliz cuando tuviera un trabajo que generara buen dinero.
Tras obtener lo antes mencionado, descubrí que nada ni nadie me puede hacer feliz. Aunque confieso que a veces pienso: “cuando me retire y pueda solearme en la playa mientras disfruto de una piña colada, ¡seré feliz!”. Y es que estamos esperando que algo maravilloso suceda para entonces sentirnos plenos.
Creemos que felicidad depende de los eventos que sucedan a nuestro alrededor; si algo positivo ocurre, somos felices y si algo negativo pasa, nos sentimos desdichados. Por ejemplo, si encuentras un buen trabajo, te vas a celebrar, pero si pierdes ese empleo, te sientas a llorar. Has llegado a creer que las situaciones y las personas que te rodean son las que te brindan o roban tu felicidad. Sin embargo, ninguna circunstancia tiene el poder de darte o quitarte tu gozo, lo que decide si eres feliz o no, es cómo te sientas en tu interior.
Reflexiona por un momento en alguna situación en la que se supone que te sintieras dichoso pero no pudiste porque en tu interior estabas abatido. Por ejemplo, por meses planeaste una fabulosa vacación en crucero, sin embargo, no lo disfrutaste porque el mal humor de tu pareja arruinó tu vacación. O muy emocionado compraste boletos en primera fila para ir a ver a tu cantante favorito, pero no pudiste disfrutarlo porque ese mismo día, recibiste la noticia de que un ser querido estaba grave.
Ni un crucero, ni un concierto tienen el poder de hacerte feliz. Tu felicidad o infelicidad sucede dentro de ti. Puedes estar en lugar más exótico del planeta pero si tu corazón está acongojado, te sentirás miserable. Igualmente, puedes estar en un lugar espantoso pero si en tu interior hay alegría, te sentirás dichoso.
Tu felicidad depende de la reacción que tomes ante cada situación.Y el secreto para sentirte feliz en todo momento es tener fe; no importa la circunstancia que enfrentes, ¡siempre anticipa y espera lo mejor!
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