Enemigo del amor #7: ¡Cuidado con ignorar al otro! Se produce cuando uno de los dos deja de sintonizar con el otro y se retira de la conversación, aunque en apariencia esté presente.
Esa persona ni siquiera se toma el esfuerzo de producir los sonidos que indican que seguimos con atención lo que el otro nos dice. Calla y muchas veces justifica su encerrona en sí mismo en que prefiere no hablar porque empeoraría aún más la situación.
Sí, es cierto que en ocasiones esta manera de pensar es correcta, pero en otras genera el efecto opuesto al que se pretende.
Con semejante actitud, lo único que logramos es decirle al otro (sin palabras) «Tú no existes para mí», lo que equivale a negarlo o desconfirmarlo, al no reconocerlo como interlocutor válido.
Lo ideal es contener la ira, recuperar la calma y decir como esto: “Por favor disculpa, pero no estoy en condición de continuar discutiendo sobre esto ahora mismo…Te amo y no quisiera decir algo de lo que después me arrepienta… Terminemos de tratar el tema en otro momento, cuando los dos estemos más tranquilos…”
La llamada «Ley del Hielo» es uno de los factores más destructivos de la comunicación de pareja. Castigar al otro con «el látigo de tu silencio» los conduce a verse como en enemigos. Y emplear a los niños como intermediarios, llevando los mensajes del uno al otro mientras la ley del hielo está en vigencia, es peor aún.
Es obvio que en una relación amorosa vamos a herir los sentimientos del otro, tarde o temprano. Y cuando esto suceda, debemos estar dispuestos a REPARAR el daño causado. Lo que implica aprender a pedir perdón y a reconocer que metimos la pata.
La Ley del Hielo no es propia de aquellas personas que dicen ser creyentes. Mientras más cerca del Señor, menores probabilidades de practicarla.
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