El día de Acción de Gracias comí desenfrenadamente. A un caballo se le hubiera hecho difícil brincar sobre el plato que me serví. Quien me hubiera visto comiendo de esa manera, pensaría que era “mi última cena”, pero con tantos manjares que preparó mi madre fue muy difícil controlarme. Al día siguiente todavía estaba con indigestión y remordimiento. Me pregunté: ¿por qué comí tanto?
Lo que sucede es que estamos acostumbrados a darmos permiso para comer sin control durante en esta época de fiestas. Hacemos todo en exceso; Comemos mucho, bebemos demasiado, gastamo sin mesura y festejamos casi todos lo días.
Los estudios muestran que la mayoría de las personas, además de endeudarse durante la época navideña, ganan un promedio de seis libras. Hay quienes todavía no han bajado las libras que aumentaron el pasado año, pero eso no los detendrá a comer sin límites en la noche buena. Por otro lado están los que aún no han pagado la deuda navideña anterior, pero como quiera irán de compras y gastarán más este año.
En esta navidad pongámosle un paro a los excesos. Generalmente cuando nos excedemos es porque estamos disfrutando el momento presente, y no estamos tomando en cuenta las consecuencias del futuro. Todos los extremos son dañinas a largo plazo. Has un listado de todas las situaciones en las que has perdido el balance y mejora tu conducta para el año entrante.
La próxima vez que estés tentado a excederte, reflexiona por unos segundos y hazte la siguiente pregunta: ¿Qué resultados me traerá en el futuro esta acción desmedida? La respuesta a esta pregunta te dará la motivación para controlarte. Haz conciencia y ponle un freno a los excesos un. Aunque haya mucho para comprar, comer o beber ¡tu puedes decir no!