Por María Marín
Tengo dos muy buenas amigas que, a su vez fueron buenas amigas entre ellas… pero desde hace dos años no se hablan. ¡Y todo por una tontería tan absurda que no tiene sentido contar! Hace poco, estaba en casa de una de ellas; de pronto, saqué mi celular y dije: “Oye, ¿qué te parece si le doy una llamada a Fulanita para que se saluden?”, con la esperanza de encender la pipa de la paz. Debería haber sabido la respuesta: “¡Ay, no por favor…! Si ella un día quiere llamarme, la atiendo con gusto, pero yo no la voy a llamar”.
Es cierto que hay serios desacuerdos que hieren profundamente y rompen amistades para siempre, como sería si una íntima amiga te roba el marido, pero la mayoría de las veces, las asperezas se pueden limar si alguien está dispuesto a dejar su orgullo a un lado.
Si estás distanciado de alguien y esperas a que esa persona tome la iniciativa para acercarse, puede que esperes para siempre, pues seguramente ella está esperando que tu hagas lo mismo. Lee los siguientes escenarios y si te identificas con más de uno, ¡es hora de dar tu brazo a torcer!
1. Cuando sientas que arreglar la situación te va a traer tranquilidad y paz mental.
2. Cuando reconoces que eras TÚ quien NO tenía la razón, pero tu orgullo no te deja acercarte.
3. Cuando pones los hechos en una balanza y te das cuenta que lo que esa persona aportó a tu vida pesa más que lo que quitó.
4. Cuando varias personas ya te hayan dicho que lo que sucedió no amerita destruir esa amistad. Si de verdad te importa esa relación, no dudes en dar ese primer paso. Si no estás listo para levantar el teléfono, puedes enviar una carta, un mensaje de email o comunicarte por Facebook.
La vida es muy corta y el universo muy grande para sufrir por tonterías y mantener alejados de los seres que han traído alegría nuestra vida.
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