La trampa del miedo

Por María Marín

¿Te consideras una persona valiente? No importa cuan miedoso o valiente te catalogues en este momento, la realidad es que hace muchos años -cuando naciste- te sobraba valentía. Cuando viniste al mundo únicamente tenías dos miedos; número uno: miedo a los ruidos fuertes, y número dos: miedo a estar suspendido en el vacío.

Aparte de estos dos temores naturales, no le temías a nada más, el resto de tus miedos fueron aprendidos conforme creciste y según las experiencias de tu vida.  Tal vez pasaste por traumas, decepciones, abusos, u otras malas vivencias que sembraron inseguridades en tu corazón.

Cuando el miedo te atrapa, no puedes vivir el presente, pues te transportas al pasado acordándote de desilusiones o fracasos que sucedieron antes, haciéndote creer que esto puede repetirse nuevamente, o bien te trasladas al futuro y piensas en todos problemas que pueden surgir si te tomas ese riesgo.

Un ejemplo de esto lo viví con una señora que se sentó a mi lado en un vuelo de California a New York. Todavía no despegábamos y ya tenía las uñas enterradas en las coderas de su asiento, mostraba cara de angustia y del cuello le colgaba un rosario. Le pregunté si estaba bien y respondió con voz entre cortada: “es la primera vez que me subo a un avión… estoy aterrada”. En cuanto la nave comenzó a retroceder, “cundió el pánico”. La señora comenzó a temblar fuera de control y murmuró: “¡nos vamos a estrellar!”. En ese instante la tomé del hombro y estremeciéndola le pregunté tajante: “señora ubíquese y mire a su alrededor, ¿en este momento estamos en peligro?”. Mis palabras la hicieron reflexionar. Me miró, observó su contorno y sorprendentemente empezó a calmarse. Su miedo a volar en avión la desligó del presente y la transportó a un futuro que ella imaginaba desastroso, pero que no lo era.

Su reacción fue un ejemplo de cómo el miedo nos hace alucinar e inventar. Tal vez no le temes a los aviones como esta señora, pero a lo mejor tienes otros miedos que también te transportan a un futuro triste, depresivo o mortal, y por ende, hoy no te atreves actuar.

Si en este momento tienes miedo a fracasar, al rechazo, a la soledad, a lo desconocido, o  terror a abrir tu corazón, pregúntate: ¿En este preciso momento estoy en peligro? La respuesta te hará centralizarte y darte cuenta que estás a salvo y no tienes nada que temer. Vivir el presente, te dará la fuerza para tomar riesgos y decisiones importantes en tu vida.

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