Sin duda, la noticia más trágica del 2012 en el continente americano fue la masacre ocurrida en la escuela Sandy Hook de Newtown, Connecticut donde 20 niños y seis adultos fueron tiroteados a sangre fría. Esta noticia conmovió profundamente a todo el mundo. Se me apretó el pecho cuando escuché que angelitos de seis y siete años de edad habían sido acribillados; hasta el presidente Obama no pudo contener las lágrimas cuando se dirigió a su nación para hablar de esta desgracia.
La pregunta que todos nos hacemos es: ¿cómo es posible que alguien sea capaz de llevar a cabo una atrocidad como esta? Realmente no hay explicación y nada justifica un crimen como este. Lo que si puedo notar es que este asesinato en masa y otros similares, como el reciente en el teatro en Colorado y el de la universidad en Virginia en el 2007, fueron perpetrados por jovencitos en sus tempranos 20’s. ¡Definitivamente algo erróneo está pasando con la crianza de la nueva generación! Se ha perdido el respeto hacia el prójimo porque muchos no han enseñado a sus hijos a valorar la vida humana.
La mejor manera de inculcar apreciación hacia otros seres humanos es a través de tu propio ejemplo, pues los niños no hacen lo que tú le digas, sino lo que demuestres. Por eso, controla esas cualidades tuyas que no te enorgullecen. Por ejemplo, si eres rápido para enfurecerte, tus hijos resolverán los problemas a gritos y portazos. Si ignoras a alguien que necesita ayuda, tus hijos carecerán de sensibilidad humana. Y si haces cosas ilegales, como “pasarte” una luz roja, colarte en la línea de espera o quedarte con la billetera que encontraste en la calle, ellos verán con normalidad romper las reglas y valores sociales.
Estoy segura que si la madre del asesino de Connecticut no le hubiera enseñado a su hijo tanta fascinación por las armas de fuego, seguramente este joven no hubiera escogido un rifle para deshacerse de sus frustraciones.
Sé ejemplo de lo que deseas ver en tus hijos. Así como lo malo se pega, ¡lo bueno también se pega! Cría a tus niños de tal manera que se conviertan en una versión mejorada de ti.
Por María Marín