No recuerdo muchos detalles de mis primeros años escolares, pero sí guardo en mi memoria un día que vi unas fotos de unos niños africanos en la clase de Estudios Sociales con ropa bien vieja, flaquitos y sus casas eran unas frágiles chozas. Me llamó la atención la gran sonrisa que tenía cada uno de ellos.
Me pregunté cómo esos niños podían verse tan alegres, si de niña siempre me decían que no podía dejar ni un granito de arroz en el plato porque en Africa los niños pasaban hambre. Hoy sé la respuesta a mi pregunta: ellos eran agradecidos con lo poco que tenían.
Siempre se ha sabido que el agradecimiento es fundamental para generar felicidad en el ser humano sin importar su clase social; sin embargo, investigadores y expertos en “búsqueda de felicidad” de la Universidad de Harvard revelaron recientemente que tener relaciones cercanas, saludables y positivas es la base principal para ser feliz a lo largo de la vida, pues son esos vínculos los que mejor ayudan a superar situaciones difíciles que aparecen en el día a día.
Y con este hallazgo se logra entender los rostros alegres de los niños africanos. No tienen un cuarto repleto de juguetes ni comen helado semanalmente y mucho menos sueñan con ser millonarios, sin embargo desde que nacen sienten el amor y la compañía de una madre protectora que siempre carga a sus bebés a las espaldas, además crecen en una tribu rodeados de seres queridos y amigos con los cuales juegan, van a la escuela y salen a buscar vasijas de agua, pero sobre todo pueden contar con ellos en las buenas y en las malas.
Si vives en una búsqueda constante de felicidad, evalúa qué tipo de relaciones te rodean. Es mejor tener un buen amigo que 50 lejanos y evitar la gente conflictiva que causan estrés. Recuerda, esos niños pobres, pero con sonrisas grandes y genuinas son felices porque tienen lo que tú seguramente también tienes; ¡gente que te quiere!
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