Hace un año vivíamos encerrados en nuestros hogares, las calles estaban desoladas y el único lugar que podíamos visitar era un supermercado, una farmacia o un banco. Y qué terror daba salir pero una mascarilla, un par de guantes y una botella de alcohol, para “bañar” cuanta cosa tocábamos, nos daba valor.
Y ni hablar del regreso a casa, dejábamos la ropa en la entrada y tomábamos una ducha de cabeza a pies, luego pasábamos largas horas desinfectando cada artículo que compramos, mientras veíamos en las noticias las miles de personas que se contagiaban y fallecían.
La casa se convirtió en el nuevo lugar de trabajo de muchos, mientras otros perdieron sus empleos. Dejamos de ver a seres queridos y amigos en un abrir y cerrar de ojos… la vida cambió para siempre.
Vivíamos con la incertidumbre de cuántos días pasarían hasta encontrar una vacuna para el Coronavirus y volver a la vida normal.
Ya contamos con la inyección más deseada y la vida parece tomar un poquito de normalidad. Seguiremos enmascarados por varios años más pero la realidad es que detrás de esas mascarillas, somos seres más fuertes. Y es que además de enfermedad, muerte, confinamiento, problemas económicos y soledad, el Coronavirus nos ha traído a todos lecciones de vida increblemente valiosas.
Para mí la lección más importante ha sido esta: “Lo que parece tener un final fatal puede dar un giro impresionante a tu favor”.
Cuando empezó la pandemia me preocupaba demasiado que mi trabajo fuese cuesta abajo y tuviera que despedir a varias personas de mi equipo. Me angustiaba pensar que tendría que dar la horrible y temida noticia: “Hay muy poco trabajo y tengo que dejarte ir”, sin embargo, lo más inesperado sucedió, mi trabajo aumentó y mi equipo creció el doble.
Sin duda, la tragedia más grande que hemos vivido mundialmente confirma que siempre habrá luz al final del túnel. Y a ti, ¿qué lección te ha dejado el Coronavirus? Sea cual sea, no olvides en buscarle el lado positivo, valora cada día y da lo mejor de ti.
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