Por María Marín
Mi abuela fue quien me crió. Recuerdo que en mi adolescencia una vez me advirtió sobre un chico con quien yo estaba saliendo: «ese muchacho no te conviene, ¡es un vago!», y yo, terca justifiqué: «el pobrecito nadie lo entiende». A lo que ella respondió: «no hay peor ciego que el que no quiere ver».
Aunque han pasado muchos años, este viejo refrán me aplica tanto a mí como a muchas mujeres que distorsionan la realidad a su ventaja. A continuación comparto las mentiras más comunes que nos decimos las mujeres a nosotras mismas:
· Mañana lo hago: ¡Esta es la mentira más popular! Todas en algún momento postergamos. El problema es cuando se convierte en costumbre. Muchas viven posponiendo lo que tienen que hacer. Bien sea regresar a la escuela, emprender un negocio, organizar la casa o dejar una mala relación, se conforman con la famosa expresión: «Después lo haré». El mejor momento para empezar un proyecto, o acabar con una mala situación es ahora mismo. Actúa, y no mañana, ¡hoy!
· Un poquito más no me va a hacer daño: Esta mentira las usamos en muchas áreas de la vida como: «una cucharadita más de ese pastel no me va a matar», «un traguito más no me va a hacer daño», o «comprarme un par de zapatos más no me va a dejar en la ruina». Ese poquito más de cualquier cosa que no te conviene sí te puede perjudicar. Si te da la tentación de hacer algo que no es bueno para ti, ten fuerza de voluntad y di «¡no me conviene!» Siempre que quieras un poquito más de algo, asegúrate que sea un poquito más de salud, un poquito más de paciencia o un poquito más de amor.
· Estoy confundida: Esta mentira la empleas cada vez que tienes que tomar una decisión importante pero no te atreves hacerlo. Un ejemplo clásico es en el amor, cuando una mujer tiene que decidir si quedarse o no en una relación. El miedo a tomar la decisión incorrecta incita a cualquier mujer a decir: «no que hacer estoy confundida». El antídoto al miedo es tener fe. Ten fe que la decisión que tomes será la correcta.
Las mujeres se dicen estas mentiras debido a la falta de confianza en sí mismas. Quienes poseen seguridad enfrentan la verdad, por eso, te motivo a que te sinceres y dejes las mentiras a un lado. Espero que prestes atención a lo que te dije por que sino mi abuelita te diría: «no hay peor sordo que el que no quiere oír».