Por María Marín
No estoy exagerando ni un poquito. Puedes pedir todo lo que te plazca, desde una casa, un auto y un empleo, hasta salir de tus deudas, bajar de peso o encontrar el amor de tu vida. La razón por la que muchos no tienen lo que tanto desean es porque no lo piden. Y tal vez te cuestiones incrédulo: ¿Y a quién se le pide todo eso? ¡Pues a tu Dios!
Todas las religiones, tradiciones espirituales o filosofías están de acuerdo en que si haces una petición a ese ser supremo en quien confías, sin duda te responderá. Por eso, hasta en la Biblia hay un pasaje que dice: pide, y se te concederá.
El universo está diseñado para proveerte todo lo que quieras y naciste con la capacidad de poder obtener lo que más desees. Para lograrlo, sólo tienes que pedirlo con fe. ¿Qué significa esto? Que tienes que pedir con la certeza de que tu pedido llegará. Esta es la parte más difícil del proceso. Hay muchos que dicen: Yo soy como Santo Tomás, tengo que ver para creer. Pero la realidad es que, primero debes creer para entonces ver. Te recuerdo que tus inseguridades solo retrasarán el proceso de entrega.
Cuando pidas con fe ciega, sólo tienes que hacerlo una vez. Si todos lo días estás ruega, ruega y ruega, significa que tienes dudas de que se cumplan tus deseos. Después de hacer tu petición, la próxima vez que te dirijas a ese ser divino, lo que harás es dar gracias porque tu pedido ya está en camino. Diariamente di en voz alta: ¡Gracias porque estoy en proceso de recibir lo que pedí!. Una vez expongas tu pedido, tarde o temprano se te concederá.
Te advierto que en todo esto hay un pequeño truco; no siempre vas a recibir exactamente lo que esperas. Si esperas con fe, una de estas tres situaciones surgirá: te llegará exactamente lo que ordenaste, sino, obtendrás algo igual o adquirirás algo mejor. Es por eso, que tantas veces has oído el caso de una persona decepcionada porque la oportunidad de empleo que tanto deseaba no se le dio, pero luego encontró un trabajo con mejor salario y mayores beneficios.
Quiero repetir, insistir y machacar que es imposible pedir con fervor y no obtener nada a cambio. Agradece apasionadamente y despreocúpate del resultado. Dios se encargará de hacerte la entrega, no necesariamente de lo que más quieres, sino de lo que más te conviene.
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