Por María Marín
Hay quienes se quejan y dicen: ¡perdí todo por amor!». Ya sea porque perdieron la casa, el carro, los ahorros, el trabajo, los amigos o la familia. Hay otros que no pueden ni quejarse, porque perdieron su propia vida en una guerra por el amor.
En las relaciones amorosas no se pierde todo de un momento a otro. Es un proceso de años en el cual poco a poco se tolera más y más, hasta que un día después de perder mucho, despiertas y te preguntas: «¿Por qué esperé a perder tanto y no reaccioné a tiempo?».
Por ejemplo, aquellas que perdieron una amiga a causa del amor, primero toleraron que la pareja dijera: «me parece que fulanita es una mala influencia», después aguantaron que exigiera: «no me gusta que fulanita venga a la casa» y por último permitieron que les gritaran: ¡no quiero verte con fulanita!».
Las mujeres somos tolerantes por naturaleza y muchas veces no reaccionamos a tiempo ante el maltrato ya sea físico o emocional, por temor a crear discordia en la relación. Además nos da terror estar solas y perder estabilidad emocional. También nos asusta perder seguridad económica o material. Entonces cuando abrimos los ojos a la realidad nos damos cuenta que lo que por tantos años tratamos de mantener en nombre del amor, como la tranquilidad, la armonía y los bienes materiales, al final se perdieron.
Para recuperarte y evitar que una situación de pérdida te vuelva a pasar es imprescindible preguntarte: ¿Cuál fue la lección que aprendí de esta experiencia? Ya que mientras no lo descubras, lo mismo te volverá a pasar una y otra vez.
A lo mejor te sucedió porque tienes que aprender a valorarte, quererte y respetarte, o quizás a mantenerte fiel a tus principios y creencias. Tal vez pudo ser una lección de desprendimiento para darte cuenta de que no tienes que depender de nadie para expresar tu grandeza y hacer uso de tus propias capacidades.
La vida es una escuela de múltiples lecciones para poder convertirte en un mejor ser humano. ¡Agradece que perdiste porque seguro que una gran lección entendiste!
No te lamentes ni guardes rencor. Lo material se puede recuperar, las relaciones se pueden remendar y tu autoestima la puedes volver a elevar.
Puedes perderlo todo, lo que nunca te pueden quitar son tus sueños y tus deseos de superación. ¡Jamás digas que perdiste por amor, porque el verdadero amor nunca te quita sino que contribuye y se multiplica!