Hoy me desperté queriéndole dar las gracias a alguien muy especial para mi, es alguien que sin importar la distancia, sé que puedo contar con ella. No importa si la llamo en la madrugada, sé que está lista para escucharme y lo que más valoro es que aunque pase mucho tiempo sin hablarnos, jamás reprocha mi ausencia porque conoce mis largas jornadas de trabajo, pero cuando nos comunicamos es como si no hubiera pasado un solo día, por eso hoy merece que se lo diga de forma pública.
Hoy quiero decirte que si alguna vez mi comportamiento no estuvo a la altura de las circunstancias, me quiero disculpar contigo o tal vez si dije algo que te pudo haber hecho sentido mal, también discúlpame porque jamás haría algo conscientemente que te haga sentir mal.
Por eso quiero darte las gracias por todo lo que me has dado en este tiempo: tu compañía, tu apoyo desinteresado, tu comprensión y sobre todo, la tranquilidad que me regalas cada vez que compartimos. Y sé que ya estás pensando “¿María de quién estás hablando?”
Estoy hablando de mi amiga de toda la vida, y a ella le digo “No tengo que decir tu nombre y apellido porque sabes bien quién eres, en la vida uno puede cambiar de opinión y hasta de pareja pero jamás de amiga gemela, como te llamo yo, porque contigo he olvidado tristezas y multiplicado mis sonrisas”.
Si tienes en tu vida una amiga como la mía, que te alumbra el camino cuando lo ves todo oscuro, que solo con una mirada ya saben lo que sucedió, envíale esta columna para recordarle, que aunque el tiempo las separe, sus corazones siempre estarán conectados.
¡Te quiero amiga!
Tu amiga María