Cuando reconoces que algo o alguien no va a cambiar, renunciar no significa perder, más bien es un acto de valentía donde reconoces que esa relación, anhelo o capricho no te conviene y lo dejas ir. Acepta que hay cosas en la vida que aunque ruegues, llores y patalees no se van dar, pero algo mejor se presentará. Desaste de lo que no te beneficia para que puedas abrir espacio y recibir lo que realmente está para ti, sólo permite a tu alrededor aquello que trae paz, prosperidad y armonía.