Por María Marín
Conozco a una señora que siempre tiene una sonrisa a flor de labios y un chiste en la punta de la lengua. Cualquiera pensaría que no tiene problemas. Pocos sospechan que su esposo se encuentra actualmente desempleado y que su única hija es autista. A pesar de la difícil situación económica y de los retos que vienen con el autismo, ella se enfoca en que tiene salud, que su hija está progresando y que tiene trabajo, razones que le permiten decir “estoy excelente” cuando le preguntan “¿cómo estás?”.
La felicidad no depende del dinero, de la buena suerte o la ausencia de problemas en la vida. Más bien estriba en la forma que piensas y reaccionas ante cada situación. Hay tres mandamientos para llegar a la felicidad:
1. No te compararás. La satisfacción e insatisfacción encuentran sus raíces en la comparación con otros. Por ejemplo, un estudio sobre la felicidad consistía en armar un rompecabezas. Los investigadores querían comparar el grado de satisfacción entre los que terminaron rápidamente y los más lentos. Los que lo completaron más despacio se sintieron contentos cuando se compararon con otros que tardaron más. Sin embargo, aquellos que lo resolvieron rápido se sintieron decepcionados cuando se compararon con quienes registraron mayor velocidad que ellos. Es decir, si te comparas con alguien que tiene más, sea belleza, dinero, salud o poder, te vas a sentir mal. Pero si te comparas con alguien que tiene menos que tú, te sentirás afortunado. Por eso, ¡ten cuidado con quien te comparas!
2. Construirás relaciones estrechas. Si quieres saber cuán feliz es una persona, no procures saber cuánto dinero hay en su cuenta bancaria, dónde vive o qué auto maneja. Más bien investiga cuántos amigos tiene. Estudios han determinado que el denominador común entre los felices son las amistades auténticas y relaciones familiares cercanas.
3. No te enfocarás en lo negativo. Muchos piensan que la diferencia entre los felices y los infelices es que a los primeros les llegan buenas oportunidades y los infelices son un imán para las calamidades. No obstante, está comprobado que tanto los felices como los infelices experimentan la misma cantidad de problemas. La diferencia es que las personas descontentas emplean el doble del tiempo pensando en los eventos desagradables que les han sucedido, mientras que la gente alegre tiende a enfocarse en los resultados positivos de sus vidas.
¡Toma la decisión de ser feliz! Deja de compararte, cultiva tus amistades y enfócate en lo positivo. Obedece estos mandamientos y te aseguro que serás bienaventurado.
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