Tu puedes estar en el lugar más hermoso del planeta pero si tu corazón esta herido o tu mente esta ansiosa te sentirás miserable. Por el contrario, puedes encontrarte en el sitio más desagradable del mundo pero si estas de buen ánimo y agradecida te sentirás feliz. Tú eres el creador de tu propio paraíso.
Por eso es que has escuchado la frase que dice: “La felicidad viene de adentro” y quizás te has preguntado “¿¡Pero dónde!?”. ¡Si dentro de mi solo hay organos, musculos y huesos!
La felicidad tiene dos componentes y ambos están dentro de ti: lo químico y lo anímico. El primer ingrediente está en tu cerebro y se llama endorfina el cual se produce cuando realizas actividades que te generan una dosis de placer como hacer el amor, comer chocolate, hacer ejercicio o ver una película de comedia. No es casualidad que las personas que aseguran ser felices siempre están haciendo algo que les gusta. El otro componente es tu estado de ánimo; la forma en la que piensas y reaccionas ante cada situación, donde no importa lo que suceda, tú tomas la decisión de estar feliz.
La felicidad no tiene nada que ver con los logros que puedas alcanzar o las riquezas que puedas acumular. Tampoco depende del espacio en donde te encuentres, el tiempo en que vivas, ni la compañía que te rodea.
Si tu felicidad depende de alcanzar lo que tienes en tu lista de deseos; bien sea la relación ideal, un auto nuevo, el trabajo perfecto o perder 20 libras, estas poniendo condiciones para sentirte pleno y satisfecho.
Empieza a gozar los detalles simples de la vida. Por ejemplo, cuando estés tomando un cafecito caliente, abrazando al ser que amas o mirando la puesta del sol, reconoce que ese momento no volverá a repetirse, y disfrútalo como si fuera la última vez. Tú naciste con el derecho a ser feliz, esto te pertenece y nada ni nadie te lo puede robar.
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