Todos guardamos secretos y la principal razón por la que no los revelamos es por temor a ser juzgados. Lo cierto es que revelar algo íntimo puede cambiar la opinión que otro tenga de ti. Aunque confieses algo que sucedió hace años y de lo que estás arrepentida o algo que serías incapaz de volver a hacer, como quiera existe la posibilidad de que tu confesión provoque dudas sobre tu carácter, integridad o intenciones.
Por eso mi consejo, el cuál muchos van a debatir, es que nunca le cuentes a tu pretendiente, novio o marido de tus andanzas y deslices románticos del pasado. Si te pasabas de club en club besando a cuanto chico bailaba contigo, él no se tiene que enterar. Pero, sobre todo, jamás le confieses que fuiste infiel en una relación anterior. ¡Esto es un error garrafal! Aún si te pregunta, no tienes que revelar tus secretos. Olvídate de la sinceridad o de querer crear un ambiente de confianza. La confesión de una infidelidad pasada puede ser letal para el resto de tu relación.
A tu pareja se le podrán olvidar muchas cosas, pero no el hecho de que fuiste infiel en el pasado. Esto lo tendrá presente siempre; la amenaza que rondará su cabeza constantemente es: “Si le fue infiel a otro, lo puede ser conmigo.” No importa el motivo por el que cometiste la infidelidad, ya sea por venganza o porque te descuidaron o te maltrataron, ante sus ojos, ninguna razón es válida para cometer un engaño.
Uno de los factores que más perjudica una relación es la desconfianza, y revelación de una infidelidad, sólo creará inseguridad. Así que olvídate de confiar tus secretos más íntimos. Sé de mujeres que contaron un secreto y su relación cambió a partir de ese momento. Incluso fue información que usaron en su contra después de la ruptura. Recuerda: “Eres esclava de tus palabras y dueña de lo que callas.”
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