Por María Marín
Hay un dicho: “Hay que hacer las cosas con amor». Pero ¡¿cómo rayos hacer con amor algo que no te gusta, ni te interesa?! Quizás odias un trabajo aburrido y mal pagado, tal vez te aburre limpiar la casa, o a lo mejor no soportas ir de compras con tu esposa.
Sin embargo, no puedes esperar a que algo te agrade para ponerle amor a tus acciones. Te voy a decir cuál es la clave para lograrlo. El secreto está en convertirte en “actor” o “actriz”. Pero no me refiero a que salgas corriendo hacia Hollywood, estoy hablando de que tomes el reto de ser el mejor actor en las escenas de tu diario vivir.
Y esto no es otra cosa que actuar como si sintieras placer en algo que no te agrada hacer. Por ejemplo, digamos que no te gusta tu trabajo —haces tus labores con desgano, mirando cada 15 minutos el reloj para ver cuánto falta para irte a la casa— pues te propongo que hagas la siguiente prueba: imagínate que eres un actor y que vas a personificar el papel de alguien a quien le encanta su trabajo. Sé que no es fácil, pero recuerda que el trabajo no te tiene que gustar… solo tienes que actuar “como si te gustara”. ¡Llega con cara feliz a la oficina!, haz las cosas con ánimo y cuando te llame el jefe ¡pon una sonrisa! Hasta agradece a Dios porque tienes un trabajo.
Practica este sencillo ejercicio con cualquier actividad que te aburra o incomode, hasta cuando tengas que hacer ejercicio. Te garantizo que al final del día te sentirás energizado. ¿Sabes por qué? Cuando te esmeras en dar lo mejor de ti, sientes un gran orgullo y satisfacción. Además no pasará mucho tiempo antes que tu comportamiento “engañe” a tu mente, y empieces a sentir que aquella actividad que repudiabas no es tan tediosa como creías. Recuerda que las cosa hechas con amor crean milagros, incluso la transformación de llegar a disfrutar aquello que te hastiaba.
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