En días pasados, participé en un panel de liderazgo femenino. Durante la sesión de preguntas y respuestas las interrogantes más repetidas por las asistentes fueron: ¿Hay que renunciar a formar un hogar si quieres ser una mujer de negocios exitosa? ¿Es posible encontrar el balance entre la familia y el trabajo?
Todas las participantes anhelaban escuchar algo que las hiciera exclamar:
“¡Wow! ¡Ese es el secreto para ser una súper mujer y lograrlo todo!” Sin embargo, no hubo ninguna contestación que diera una solución concluyente. La realidad es que no hay fórmula, receta o estrategia para encontrar el codiciado “balance perfecto”.
Las mujeres que se dedican al hogar tienden a juzgar a las que trabajan fuera de la casa por no darles más tiempo a sus hijos. Por otro lado, las profesionales critican a las que permanecen en la casa porque no están aprovechando sus talentos.
Es irónico, pero de cierta forma, ambas envidian lo que la otra tiene. Quien cuida a sus hijos se siente insatisfecha porque no está utilizando sus destrezas y la que decide desarrollarse profesionalmente siente culpabilidad porque pasa mucho tiempo fuera del hogar.
No intentes buscar el balance perfecto. ¡No existe! Tratar de encontrarlo es como caminar hacia el horizonte, no importa cuánto camines, nunca lo alcanzarás. La solución está en dejar la culpabilidad a un lado y aceptar la decisión que hayas tomado.
Reconoce que el rol que elijas, aunque tenga aspectos negativos, también tiene un propósito admirable con mucho mérito. Tampoco te compares con otras porque terminarás sintiéndote insegura sobre las decisiones que tomes.
Te recuerdo que la mujer que permanece en el hogar es tan triunfadora como la que sale a la calle a trabajar. Por eso, cualquiera que sea el papel que decidas desempeñar, ¡siéntete orgullosa y date crédito por tus esfuerzos!
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