Por María Marín
Este es un refrán muy acertado para describir a mi abuelita Mercedes, quien falleció cuando tenía 102 años. A esa edad, no solamente era sabia, inteligente y avispada, sino que a la vez era comiquísima. Un día la llamé y me salió con una de sus ocurrencias: “Los viejos se mueren cuando sufren una de las tres C”. Confundida le pregunté qué era eso de las tres C’, y respondió con tono de sabelotodo: “catarro, caídas y cagalera” (la última es sinónimo de diarrea). Según ella, estas eran las tres principales razones que desencadenan la muerte de muchos viejitos.
Me contó que el día anterior habia sufrido una caída mientras intentaba levantarse de la cama. Rápidamente me alarmé, porque era consciente que una caída a su edad podía ser letal. ¡Gracias a Dios no le pasó nada! Mi tío la ayudó a pararse y continuó caminando con su andador hacia el comedor para irse a tomar su cafecito. Me pareció milagroso, esa era la segunda vez que se caía en menos de un año, y en ninguna ocasión se habia lesionado. Y lo más sorprendente es que sus huesitos estaban extremadamente frágiles porque ella padecía de osteoporosis; un accidente como este podía haberla dejado inmovilizada por el resto de sus días.
Aquel día le pregunté cómo era posible que no se hubiera roto un hueso. Su respuesta me dejó sorprendida y me dio una gran enseñanza. “Mijita, el secreto es que yo no pongo resistencia y me dejo ir”. Ella me aseguró que la mayoría de las fracturas en los ancianos surge cuando éstos se tensan y tratan de aguantarse para no caerse, esa resistencia es la que precisamente provoca que la caída tenga consecuencias graves. Su explicación me hizo reflexionar sobre las muchas veces que ponemos resistencia o queremos controlar una situación, un problema o una persona y por eso acabamos tan frustrados.
Hay veces en la vida, que para evitar complicaciones o desilusiones tienes que dejar que todo fluya y no aferrarte o encapricharte con el resultado que deseas. Al igual que mi abuela, no te empeñes en poner resistencia o querer manipular una situación. ¡Déjate ir y confía en que todo trabajará a tu favor!
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