Hace días estuve extremadamente ocupada, diarimente salía de la casa sin organizar mi cuarto. Al final de la semana el desorden era tan grande que no encontraba nada y mientras buscaba mis lentes, histéricamente exclamé: ¡No aguanto más!, ¿cómo he permitido que mi recámara se convierta en un desastre?
Este incidente me hizo recordar a una amiga quien se preguntó lo mismo, sólo que ella se refería a su esposo y yo a mi cuarto. Un día me dijo: ¡No soporto a mi marido!, ¿cómo he dejado que mi matrimonio se haya convertido en un desastre?
Lo que sucede es que una problema no se torna catastrófico de un día a otro, es un proceso paulatino. Al principio todo es armonioso, pero poco a poco se deteriora por razones diversas y sin darnos cuenta, nos vamos resignando y seguimos tolerando aspectos que no resolvemos, hasta que un día decimos: “¿Cómo he llegado aquí?”.
Por ejemplo, quien tiene sobrepeso dice: “¿Cómo me dejé engordar?”. Esas libras de exceso no aparecieron de la noche a la mañana, fue un incremento gradual, pero todo comenzó cuando se resignó a la primera libra de más. Otro ejemplo sería una mujer que sufre de abuso físico por su pareja, primero toleró los gritos, luego los empujones y finalmente permitió los golpes. Si el abusador la hubiera querido golpear en la primera cita, ella lo hubiera detenido y el maltrato no hubiese escalado.
¿Por qué dejamos que nuestra vida se deteriore antes de tomar medidas?, porque creemos que es más fácil aguantar que remediar. Dicen que cuando tocas fondo es que aprendes la lección y encuentras el impulso para salir a flote, pero ¿por qué esperar a hundirte para flotar? ¡Tú puedes emerger a la superficie hoy y disfrutar tu vida plenamente!
Si te encuentras en una situación que va en decadencia, ¡resuélvela ya!, busca apoyo u orientación. No permitas que un dolor sea inaguantable para ir al doctor. Ni esperes a que la relación con tu pareja se haya deteriorado completamente para buscar ayuda de un consejero familiar.
No te acostumbres a la desdicha, ansiedad o a la desorganización, estarías perjudicando tu bienestar físico, mental y espiritual. De ahora en adelante, cuando algo vaya en decaimiento, bien sea tu salud, tu relación, tus dientes o tu recámara, ¡en vez de aguantar es hora de remediar!