Toda relación amorosa comienza llena de ilusiones. Primero es el enamoramiento, a continuación la boda, después amueblar tu casita, le siguen los hijos y así se continúa la construcción de la familia perfecta.
Pero la triste realidad es que más tarde empiezan a faltar ciertas cosas en hogar, como el dinero, la comprensión, el respeto, la confianza y por último el amor. Es así como muchos matrimonios se desintegran.
Lo sorprendente es que muchos de estos rompimientos pudieron prevenirse. Los estudios muestran que un considerable porcentaje de los casos de divorcio pueden evitarse si las parejas acuden a terapia matrimonial al primer signo de crisis, en vez de esperar a que la relación se deteriore.
La parte más difícil de un divorcio no es separar los bienes gananciales, sino tener que separarte de tus hijos para compartirlos con tu ex por ciertos períodos de tiempo. Hay parejas que deciden quedarse juntas para no perjudicar a los niños.
El debate sobre conservar o no una relación por los hijos es de los más polémicos. En mi opinión -con la cual muchos podrán diferir: un matrimonio deteriorado donde la pareja se siente miserable y el amor se acabó, no debe continuar solo por los niños. Los hijos se sienten responsables de la felicidad de sus padres. Si estás infeliz, ellos también lo estarán y aunque trates de ocultarlo, lo percibirán.
La mayoría piensa que un divorcio arruinará el futuro de un niño, pero en realidad esto no es lo que perjudica a los hijos, sino la relación que tengan los padres después de la separación, ¡eso es lo que determina la salud emocional de ellos¡ Si el trato con tu ex es hostil y amargo, ten por seguro que tus hijos estarán afectados profundamente pero si la relación es amigable, ellos sentirán tranquilidad, lo cual les ayudará a superar el rompimiento.
Por eso, no importa qué tan malo e injusto haya sido tu ex, nunca hables negativamente de él con tus hijos. Además, explícales que ellos nos son los causantes de la separación y déjales saber que la situación familiar va a cambiar por el bien de todos.
Si tu relación terminó, no significa que la vida de tus hijos se arruinó. Recuerda, la felicidad de un niño se determina por la interacción que exista entre sus padres ¡casados o divorciados! La clave para el bienestar de los hijos es mantener la armonía y la paz entre dos adultos que reconocen que es más saludable vivir separados.