El otro día, me fui tempranito al supermercado y cuando fui a poner una lata de leche evaporada dentro del carrito, una señora mayor se acercó a preguntarme si era María Marín.
Apenas salía un contundente “sí” de mi boca cuando me abrazó y dijo que sigue mi carrera desde que comencé en la radio.
Nos pusimos a conversar y terminamos hablando de lo que llevaba en su carrito. Tenía alrededor de 10 latas de atún, seis latas de pollo y pasta.
“Vine tempranito para aprovechar la venta especial del dos por uno y así guardar, porque esto se va poner bien feo”, me dijo mientras fruncía los surcos de su frente en señal de mucha preocupación, “Si hay algo que he aprendido muy bien a mis 78 años, es que cuando el río suena, hay que prepararse”, añadió Doña Nancy.
Se refería al ruidoso río de incertidumbre internacional que no ha parado de llevar golpes, piedras y remolinos desde que la pandemia arropó al mundo en 2020.
Más allá de enfermedad y muertes, se hablaba de otras consecuencias como crisis económicas y alimentarias, pero nadie imaginó que cuando el COVID pareciera estar controlado, una guerra en Ucrania complicaría todo, con aumentos en la gasolina y una escasez de fertilizantes.
Según expertos, la falta de abonos es la señal más clara de una futura escasez alimentaria, reduciendo cultivos actuales hasta la mitad. Sabemos lo que está pasando, pues oímos noticias y la cuenta bancaria parece convulsionar cuando se paga por gasolina, renta y alimentos; para muchos, comer se ha vuelto un lujo y con un panorama así, lo más sabio es “escuchar el río” y ser precavidos.
No es que salgas corriendo a llenar un carrito con 100 latas de frijoles, 20 sacos de arroz y 50 kilos de azúcar, es que de acuerdo a tu situación económica, realices un plan para enfrentar una emergencia alimentaria, tal como lo harías en caso de un huracán o una nevada. Almacena alimentos y productos vitales para tu familia como medicinas, vitaminas y pañales (para bebés y personas de la tercera edad).
Según expertos en planificación, comprar 5 productos adicionales, cada vez que vas al mercado, te proveerá una buena reserva a largo plazo.
Aquella mañana, doña Nancy y yo nos despedimos con otro abrazo; busqué lo que faltaba de mi lista y compré alrededor de 10 productos adicionales para comenzar una reserva… ¡Escuchemos al río!
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