Por María Marín
Recientemente fui a cenar y cuando llegué a la casa me di cuenta de algo terrible: ¡había dejado el celular en el restaurante! Llamé rápidamente a mi móvil (gracias a Dios me acordaba del número, el único que me sé de memoria!), pero no recibí respuesta. Me subí velozmente al auto para ir a rescatar mi preciado tesoro. ¡Los minutos de camino se me hicieron una eternidad! Solo pensar que podía perder mi teléfono, mis contactos, mis fotos me causaba una ansiedad terrible. De momento, me detuve y pensé: ¿Cuál es el drama? ¿Acaso he perdido un brazo o una pierna? ¡¡Es tan solo un teléfono!!
Me di cuenta de que yo también puedo ser víctima de un mal que aqueja a millones: la dependencia de un aparato electrónico. No está mal servirse de la tecnología para facilitarnos la vida, pero muchas veces la convertimos en el centro de nuestras actividades. Un estudio demostró recientemente que el 25% de las personas contestan su celular hasta ¡en medio de la intimidad!
Y no hace mucho salíamos a socializar para conocer amigos y encontrar pareja hoy pedimos los amigos en Facebook y buscamos el amor por Internet. Hay gente verdaderamente adicta a la tecnología así como otros lo están al juego o al alcohol. ¿Estás tú a punto de caer en eso y ni te has dado cuenta? Examina tus actitudes y mira si ya no lees absolutamente nada por estar siempre navegando en la Internet, o si el uso excesivo de la computadora, tu celular u otros aparatos electrónicos ha afectado tu relación amorosa o tu trabajo.
Responde sinceramente, ¿No puedes pasar más de dos horas sin entrar Facebook o Twitter? Si eres de los que chequean su correo o sus «tweets» durante una cita amorosa, en el cine o en el baño creo que te has dejado consumir por la tecnología a un nivel que te perjudica social, personal y mentalmente. Tal vez has llegado al punto que te dolería más perder tu celular que una amistad.
Déjame decirte que aquella noche sí encontré el teléfono en el restaurante pero también descubrí que tenía que controlar mi dependencia de ese aparatito. Hazlo tú también. Pon la tecnología en el lugar que le corresponde. Aunque no puedas desprenderte de ella, practica un estilo de vida que no impida desarrollar tus habilidades creativas, tu unión familiar y tus relaciones en general. No entregues tu alma y tu tiempo a un simple aparato electrónico. Conviértete el dueño de tu vida y capitán de tu destino.
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